Durante siete años trabajé en una gran empresa argentina en el área de resolución de
conflictos. La empresa tiene miles de distribuidores asociados en varios países de
Latinoamérica. Imaginen la variedad de problemas que debíamos resolver a diario:
comenzando por las distintas de características de la misma Argentina desde el sur al
norte, como los diferentes países con sus particularidades. Cada día era un desafío. Y
lo sigue siendo para ese gran equipo con quienes trabajé.
Las oficinas de la empresa están ubicadas en pleno microcentro porteño. A las
exigencias del propio trabajo se le sumaba la contaminación de las grandes ciudades, el
estrés del transporte y la gran cantidad de manifestaciones que a diario marchaban por
Avenida de Mayo o la 9 de Julio. En ese momento, todo ese contexto no me parecía
terrible. El último día de cada mes, la empresa hace el cierre de ventas y los
distribuidores deben llegar a los objetivos para alcanzar premios. Esos días se hacían
bastantes largo y muy atareados. Al finalizar, tomaba un taxi a casa y le pedía que por
favor me llevara a Núñez pasando por los “Bosques de Palermo”. No sabía bien
porqué, sólo que ver los árboles, aunque fuera de noche, me ayudaba a sentirme
mejor, menos estresada.
Un grupo de autores creo una teoría muy interesante llamada la “teoría de la restauración de la atención” (attention restorantion theory ART) en la que sugieren que al exponernos a entornos naturales podemos restaurar funciones cognitivas complejas y procesos ejecutivos en los que la corteza prefrontal desempeña un papel fundamental.
Al pasar tiempo en bosques, plazas, la playa, las sierras y un largo etc., estamos sujetos
a menos estímulos tecnológicos y nos permiten estar más relajados, ya que el cerebro
no está tan exigido. Mejora la creatividad y la resolución de conflictos.Sin tener la
información científica, mi naturaleza me pedía conectar con lo que nos hace bien:
pasear por los bosques y poder darle un respiro a mi cerebro.
La ART sugiere que las interacciones con la naturaleza son efectivas para reponer los
recursos atencionales agotados por el alto nivel de exposición a los estímulos
tecnológicos y a la gran cantidad de tareas diarias a las que nos enfrentamos, que
requieren de la función ejecutiva para alternar de una tarea a otra, mantener los
objetivos que nos planteamos e inhibir las acciones irrelevantes.
Quienes viven en las ciudades están expuestos a muchos estímulos repentinos: sirenas,
bocinas, alarmas, televisión, etc., que captan nuestra atención. Cuando salimos a la
calle, el sistema atencional está constantemente alerta a estos estímulos para
protegernos de cualquier amenaza. Los entornos naturales tienden a todo lo contrario,
si bien siempre está alerta, está comprobado que le permiten al sistema atencional
ejecutivo reponerse con mayor facilidad.
En la bella ciudad de Tandil, podemos disfrutar de los Baños de Bosques, como una
práctica que llegó para beneficiarnos a nuestra salud física, emocional, intelectual y
ambiental. ¿Ya hiciste tu inmersión en el Bosque?